Cuidado con los buenos amigos.

Desde pequeños nos han enseñado a ser buenos. Concepto ambiguo donde los haya, pero la mayoría, intentamos mostrar, que somos gente buena. Y rodearnos de buena gente.

Esto aparentemente parece inofensivo, pero nada más lejos de la verdad. Pues en un mundo de dualidad, para que exista el blanco tiene que existir el negro. Y para que exista una buena persona, tiene que existir una mala. No lo digo yo, es así. Todo tiene su polaridad: el blanco y el negro, la luna y el sol, la tierra y el cielo, etc.

Y aquí es donde llega el problema para los que tenemos un buen amigo. Que para que él sea el bueno, necesitará que alguien sea el malo. Y claro está, que si no tiene uno más cerca para cumplir ese papel, te ha tocado a ti.

Todos tenemos cosas que gustan más y otras que gustan menos, pero ojo con el juego al que nos sometemos con lo del bueno y el malo, porque todos los días, en toda relación y comunicación, creamos algún malo. Todo el mundo intentando demostrar lo bueno que es. Y claro, tiene que haber mucha gente mala para que esta gente buena pueda existir.

Es parte del dramatismo que hemos aprendido en esta sociedad judeocristiana. Jugamos a ser víctimas (Jesucristo).

Y para que exista la víctima tiene que existir un verdugo. Y como si no hay verdugo, no habrá víctima, incluso llegará a exagerar la situación, para que sí lo sea, y convertirse en víctima. Es más, si hace falta mentir para conseguirlo, se hará.

Así que cuídate de los buenos amigos y cuídate de intentar serlo.

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